Buscar este blog

martes, 10 de abril de 2012

Cosas que no pudieron ocultar los Republicanos, matar a inocentes.


UNO DE LOS 61 MARTIL 
DE LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

SACERDOTE Patricio Aliaga Rubio 
PRIMO DE MI BISABUELA

 D. Patricio Aliaga Rubio

Don Patricio Aliaga Rubio nació en Pliego el 11 de octubre de 1879 siendo martirizado el 6 de diciembre de 1963. Don Patricio, era primo materno de mi Bisabuela, Antonia Rubio Aliaga, Muleña de nacimiento y casada con el Cabo Fogonero de Cartagena, Alberto Truque Blanco. A su prima le unía una gran amistad, visitando muy a menudo la ciudad departamental y como no, aprovechando las visitas para participar en los actos de nuestra Gran semana Santa, siento los colores morados de la familia.


Santísima Virgen de la Caridad 1920

Documentos de la época acreditan en varias ocasiones, el paso de Don. Patricio por Cartagen, "El noticiero de fecha 01 de marzo de 1922, …Con mucha concurrencia se han celebrado durante los días de carnaval, en todas las iglesias, solemnes triduos de desagravio a Jesús sacramentado. En Santa María de Gracia, predicaron los Sacerdotes don Ángel Saura, don Juan José Fernández y don Eugenio Para, celebrándose ayer a la terminación del triduo procesión eucarística que recorrió las naves del templo entre cánticos al divino redentor, llevando bajo palio por el Capellán don Patricio Aliaga, Párroco de Mula y que se halla accidentalmente en esta, Resulto un hermosos acto de desagravio, y por ello felicitamos al arcipreste SR. Cavero…”

El 31 de julio de 1922, según el diario Eco de Cartagena de la fecha, comunica que se encuentra en Cartagena el virtuoso sacerdote, párroco de mula, don Patricio Aliaga Rubio.

En estas llegadas a Cartagena, don Patricio, comía y pernoctaba en más de una ocasión, en casa de su prima Antonia Rubio, ya que entre ellos existía un gran lazo familiar.

Don Patricio, llega a Cartagena huyendo de la persecución de los milicianos de Mula a casa de su hermana, los cuales acuden a casa de mi bisabuela, al estar controlada la casa de la hermana de D. Patricio. Mi bisabuela, consigue esconderlo en una habitación que tenía en la terraza que daba a la calle del Ángel, mientras se intentaba conseguir con el Consulado de Alemania su salida de España.

En ese momento, mi bisabuelo Alberto Truque Blanco, se encontraba retirado en cama, de la Armada Española, debido a una gran enfermedad en los pulmones. Mi Abuelo José Truque Rubio, que estaba casado con mi Abuela, Antonia Truque Rojo, pertenecía a la Marina Española (bando nacional) y mi tío abuelo, Miguel Truque Rubio, al Ejército de Tierra (Artillería, bando republicano), este último, en los calabozos por negarse a coger un arma, a la espera de un Consejo de Guerra.

Jaime I- Buque de Guerra en el que estuvo embarcado Alberto Truque Blanco
Una vecina conocedora de la presencia de D. Francisco (esta lo conocía de otras visitas, además de saber que era cura), la que puso en conocimiento de los Milicianos donde estaba escondido Don Francisco. Sin más preámbulos los Milicianos, se presentaron en la casa, registrándola de arriba abajo, bajando a la plaza de la Merced (El Lago) a mi bisabuelo (en ropa interior) enfermo. Tal fue el alboroto que se creó, que todos los vecinos del casco antiguo de Cartagena, se congregaron en defensa de la Familia Truque, muy querida por los Cartageneros, además de la propia prensa de la Ciudad.

Calle Montanaro - Cercana a la Plaza de la Merced (El Lago) de Cartagena

Mi bisabuela que venía de buscar comida, se encontró con su marido y los milicianos. Estos se dirigieron a ella pidiéndoles que le entregara al cura que tenía escondido. Jugándose su vida, les dijo y suplico de rodillas ...que no tenía a ningún cura en su casa, mintiendo durante más de una hora, tiempo en el que lo vecinos increpaban a los milicianos. Los Milicianos por su parte, viendo que cada vez salían más vecinos a increpándoles, decidieron marcharse. (Lo que no sabía mi bisabuela, es que estos harían la guardia)

Al subir a su casa, espero un gran rato para acceder a la habitación de la terraza, con el fin de comentarle a su primo todo lo sucedido, exponiendole que estaba en juego la vida de su marido y de sus hijos. Tomaron la decisión de esperar una oportunidad para ponerse en contacto con el amigo del Consulado Alemán, con el fin de poder sacarlo de Cartagena con vida. (Mi bisabuelo, murió de una gran pulmonía, que cogió, ese día, al complicársele la enfermedad).

Tropas entrado a Cartagena

Pasado un tiempo y una vez organizado el plan para sacarlo y trasladarlo a la estación de RENFE para su fuga, vieron la oportunidad de la salida, desconociendo que la vecina realizaba junto con su familia la vigilancia para los milicianos. Don. Patricio fue trasladado a casa de su hermana, tras varios días, siendo apresado por los milicianos que vinieron de Mula, en la noche del 5 de septiembre. El 6 de septiembre de 1936, se produjo por parte de estos ASESINOS, una de las tantas barbaries, de aquellos que decían ser el pueblo.

Milicianos Asaltando una Iglesia 1936

Terminada la Guerra Civil Española, la vecina traidora y republicana suplico clemencia a mi bisabuela (conocedora de las influencias que tenía el apellido Truque en la Armada Española y en Artillería, debido a la dedicación de sus generaciones en su dedicación militar), ya que su hijo iba a ser fusilado tras Consejo de Guerra, por los asesinatos de tantos inocentes, que nunca portaron armas.

Algunos Fusilamientos por parte de los Milicianos

De don Patricio se ha escrito, que si lo echaron a los cerdos y otras cosas más. En el Blog spot de una abuela (http:/amis95.blogspot.com.es), se cuentan los siguientes sucesos: “A los cadáveres de los sacerdotes asesinados don Sotero González Lerma, don Mariano Ruiz Martínez y don José Alfaro Rivas, los miembros del Comité local les seccionaron las orejas y éstas fueron servidas como aperitivo en las tabernas. El cuerpo sin vida del sacerdote don Patricio Aliaga Rubio fue arrojado a los cerdos, y al de don Antonio Faúndez López, franciscano, le machacaron la cabeza. Al presbítero don José María Cánovas Martínez le extrajeron el corazón sus asesinos y lo comieron asado en la taberna La Peñica de Lorca (Murcia), según confesión propia de uno de ellos”.

En otra Publicación se destaca, como después de haber sido asesinado, le quitan el dinero que tenía en una cuenta Bancaria: Libro: ¡OBRERO! INGRESANDO EN LA COLUMNA DE HIERRO FORTALECES LA REVOLUCIÓN. Guerra Civil en Murcia. Contenido: Un análisis sobre el poder y los comportamientos colectivos. Editorial: Universidad de Murcia 1999 - Deposito Legal: MU. 1346-1999 - ISBN 84-8371-096 X  - Autora: Carmen González Martínez

Con carácter general para toda la provincia, el Comité Provincial del FPI de Murcia creó la Comisión de Economía y Socorro (Junta Recaudadora del Comité de Defensa de Murcia) encargada de realizar efectivas las cantidades asignadas a la Banca y a particulares para sostenimiento de la Causa Republicana.

En agosto de 1936 ya estaba funcionando este organismo, cuya Junta Recaudadora solicitó en septiembre del mismo año la cuota de 25.000 pesetas al Banco Popular de los Revisores de Alhama bajo la amenaza de duplicar la cifra si no la hacía efectiva en el plazo fijado. (122.- En Ibídem. Folio 16. Se hizo entrega de la cuota asignada con fecha 7 de septiembre de 1936, antes de que se cumpliera el plazo fijado por el Frente Popular de Izquierdas de Murcia)

           ... y en Mula fueron traspasados (a la cuenta que el Banco Hispano Americano tenía abierta la Junta Recaudadora de la Comisión de Economía y Socorro del FPI de Murcia) los saldos de dos ciudadanos: Pedro Pérez de los Cabos (8.769 pts.) y Patricio Aliaga Rubio Sacerdote de éste municipio (6.847 pts.) asesinado en la represión violenta de Inicios de la Guerra.

El obispo de la Diócesis de Cartagena, Juan Antonio Reig Pla, abrió en el año 2007 el proceso de canonizaciónSegún testimonios e informes de la época, muchos fueron torturados antes de su muerte por apuñalamiento o por disparos de bala. Está documentado que alguna de las víctimas fue enterrado vivo, a otros les arrancaron los ojos, les cortaron las orejas o los arrastraron por la ciudad, como es el caso del P. Sotero González Lerma, párroco del Carmen, a quien también colgaron de la fachada de la iglesia y prendieron fuego.

Los sacerdotes asesinados en Cartagena fueron: José Gómez Llor, José Alfaro Rivas, Patricio Aliaga Rubio, Francisco Ballester Úbeda, Juan Bernal Bernal, Miguel Coronel Bermejo, Sebastián Coronel Bermejo, Agustín Delgado Macián, Antonio Ferra Martínez, Antonio Gallego Alvarado, José García Mercader, Sotero González Lerma, Juan González Rodríguez, Manuel Guzmán Nicolini, Antonio Hernández Ruiz, Ginés Hurtado Lorente, Emilio Illán Jiménez, Andrés López Cutanda, Víctor Lledó Martínez, José Macho Carrasco, José Marín Alonso, Domingo Marín Navarro, Martín Martínez Carrión, Fernando Martínez Gea, José Martínez-Fortún Martínez, Antonio Martínez Urios, Antonio Pascual Navarro, Pedro José Pérez Ruiz, Antonio Pujante Alcaraz, Pedro Quirós Ródenas, Enrique Sánchez Guillén, Francisco Soler Espinosa, José Antonio Tudela Mulero, José Valera Caravaca y Macedonio Vidal Herreno.

Del gran trabajo realizado y publicado en internet (PDF) con el título “muertes gloriosas- mazarrón” (www.parroquiasmazarron.com), se obtiene en su página 36/168 la siguiente historia sobre D. Patricio Aliaga Rubio.

12. D. Patricio Aliaga Rubio Párroco de San Miguel de Mula + 6 de septiembre de 1936 No debía quedar privado el Clero de la Ciudad del Niño del honor de contar entre sus miembros algún mártir. Y por inescrutables juicios divinos, la elección vino a recaer en el Párroco de S. Miguel de dicha ciudad, D. Patricio Aliaga Rubio.

Nació este excelente sacerdote en el seno de una familia acomodada de Pliego, el año 1873. De su aplicación y aprovechamiento en el estudio es buen indicio la Licenciatura en Sda. Teología, que ostentaba. Y de su aprovechamiento en la ciencia de la virtud, la fama de sacerdote ejemplar y celoso, que se conquistaba inmediatamente en donde quiera que ejercía, su sagrado ministerio.

Era Párroco de S. Miguel de Mula desde el 1920.

Exacto cumplidor de todos sus deberes parroquiales, los niños constituían, sin embargo, el objeto preferente de su celo. Cuidaba con exquisito amor de la Catequesis, desviviéndose en todo momento por atraer a ella a los niños con halagos, con premios y con toda clase de ingeniosas industrias.

Mirando asimismo a la formación cristiana, de la niñez, trabajó con el mayor tesón, hasta conseguir la fundación, en Mula, de un Colegio de Religiosas, dirigido por las Hermanas de la Pureza de María Santísima, de que fue siempre decidido protector.

El asesinato de un hermano suyo (militar retirado) en Pliego, apenas iniciado el Alzamiento, hízole comprender la inminencia del peligro, que le amenazaba, si permanecía tan próximo a su pueblo natal y en lugar donde era tan conocido. Por lo que el 20 de julio, muy de mañana, salía de Mula a pie; y en medio de la carretera tomaba el autobús de línea para trasladarse a Murcia.

En esta ciudad, permaneció algunos días. Pero no sintiéndose tampoco seguro, determinó pasar a Cartagena, a casa de una hermana suya, que allí vivía; con el designio ulterior de buscar una oportunidad para embarcarse y salir de la España roja.

La primera parte de su proyecto consiguió realizarla; pero no así la segunda; pues cuando tenía casi ultimadas en el Consulado alemán las gestiones necesarias para el embarque, sobrevino de pronto la tragedia. Alguien, que le conocía y le vio, apresurose a dar cuenta a Mula y a Pliego de su presencia en Cartagena y del lugar donde estaba refugiado. Y una noche, la noche del 5 de septiembre, unos milicianos de Pliego llamaban a la puerta de su hermana, preguntando por D. Patricio; al que con muy malos modos obligaban, unos minutos después, a marcharse con ellos, con el pretexto de rendir cuentas de la Hermandad de Ntra. Sra. de los Remedios, Patrona de Pliego.

Fue llevado primeramente a Mula, donde se detuvieron unas horas; y en las primeras del día 6, emprendían de nuevo la marcha en dirección al supuesto término del viaje. Mas al pasar el puente, que llaman de Pliego, otra vez se detienen y mandan a su prisionero descender del coche.

Se dijo por Mula que, percatado éste de las intenciones de sus asesinos, pretendió huir. Pero corrieron más las balas de los fusiles, que pronto le alcanzaron, derribándole en tierra.

Después de esto, le despojaron de todo lo que encima llevaba (¡hasta de la dentadura!); y se ensañaron con él de la manera más brutal. Pues aunque se desconocen los detalles, se presienten con estremecimientos de horror, al ver el empeño puesto por los asesinos, en que no quedase rastro del cadáver de su víctima.

El mismo día del asesinato cundió también por Mula el rumor de que el cuerpo del Párroco de S. Miguel estaba en la carretera de Pliego, completamente despedazado, en parte comido de los puercos y en parte quemado. No pudieron comprobarse estos extremos. Lo que sí es cierto, es que, habiéndose afirmado por individuos pertenecientes al Frente Popular que el cadáver había sido inhumado en el Cementerio de Mula, no fue posible, después de la Liberación, dar con él; aunque se le buscó con el mayor cuidado y hasta se sacó de la Cárcel al Enterrador, que debió intervenir en la operación del enterramiento (y del que se suponía que había tenido participación en el mismo crimen), para que indicase el lugar exacto, en que había sido colocado.

Evidentemente los asesinos de D. Patricio tuvieron marcado interés (¿sería por un resto de pudor?) en que nadie viese el estado de los restos del sacerdote asesinado.

De ciertas frases, oídas a los mismos verdugos, se pudo colegir también que D. Patricio había muerto invocando a la Virgen del Carmen. No es extraño (y aunque los milicianos no lo hubiesen dicho, había que suponerlo así); puesto que era devotísimo de esta popular advocación de María y en su Parroquia había y hay una Iglesia, consagrada a esta misma advocación, en la que todos los años se celebran solemnísimos cultos en honor de la Virgen Carmelitana; cultos, en los que D. Patricio ponía todo el entusiasmo de su gran corazón.


Es una gran pena que, por la razón anteriormente apuntada, no haya sido posible tributar a los restos mortales de D. Patricio Aliaga, santificados por tan cruel martirio, el honor, que les era debido. Pero entre los muleños, que tanto le estimaban, perdura indeleble, su memoria. Una hermosa lápida, colocada en el Colegio de las Hermanas de la Pureza, dice a todo el que la lee, los desvelos y afanes del sacerdote martirizado por la educación cristiana de los niños de Mula. Y en su Parroquia de S. Miguel, en dos días del año (el 17 de marzo, fiesta onomástica del que fue su Párroco y el 6 de septiembre, aniversario de su muerte), se celebran solemnes funerales por el eterno descanso de su alma.


En memoria de D. Patricio, que compartió el sacrificio para obtener la Vida Eterna.