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viernes, 2 de noviembre de 2012

Polémica por los sables de los Caballeros Cadetes Marrajos, en 1950


El 26 de marzo de 1950, realizo su pasacalles el Tercio de Caballeros Cadetes de los Marrajos, a las nueve y medía de la mañana, y en el local de la cofradía Marraja, tuvo lugar el acto de la entrega de mariscales despachos a los nuevos cadetes granaderos, y la imposición de condecoraciones a los veteranos. Tras dicho acto, se hizo entrega de un bastón de mando al D. Romero Font, por parte del Hermano Mayor D. Juan Muñoz Delgado.

Tras el acto, comenzó el tradicional pasacalles, formando 36 Caballeros Cadetes, los cuales, desfilaban con los sables al hombro. Por lo visto, hubo algún que otro comentario, sobre que los niños, no debían de portar sables, generándose como consecuencia, una públicación en "El Noticiero" del día siguiente.

Transcripción del articulo de "El Noticiero" de 27 de marzo de 1950

Granaderos...

Para todo hay tiempo y lugar. Lo dice el Eclesiastés y lo repetimos aquí ahora para los que no hayan leído este libro, que nos advierte que hay tiempo ¡ incluso de morir !.

Decimos esto, porque ayer, viendo desfilar por las calles de nuestra ciudad las escuadras de Granaderos marrajos infantiles, uniformados con un arcaísmo actualizado por la tradición, tan seriecitos y marciales, sable al hombro, pensamos que todos ellos, estudiantes en su mayoría y, sobre todo, niños, sacrificaban el asuero dominical por la ilusión de parecer mayores por esa vez; sacrificaban el domingo con sus paseos juegos y compañías; y en un ocio granaderil cartagenero como lo es el ir creando ambiente para nuestros desfiles procesioniles.

Puede que algún espirila inflexiblemente metodista dijera para sus adentros, o para sus afueras, que no hay mejor regalo para un niño que una gran rabanada de... libertad, bien untada aquella de... juego. Y aquí encoja como anillo al dedo la advertencia de Eclesiastés, de que hay tiempo para todo: para estudiar, para jugar, para reír para llorar...

Además, ¿no fue lo de ayer un juego para esos niños? ¿No iría cada uno de ellos con la flor de una ilusión realizada prendida en su tierno pecho? ¿Que llevaban espadas? ¿Y que? ¿ Es que vamos a olvidar que la primera espada que brillo en la Tierra la puso Dios en las manos de un ángel, para expulsar a Adán y Eva del Paraíso?.

Pero esto es salirse de la órbita de este comento, que gira en torno del hecho localisimo de echar en esos corazones infantiles la siembra del fervor procesionil, haciendo de esos niños la levadura de los cofrades de mañana; esos cofrades que, contra viento y marea, se esfuerzan por superar cada año sus procesiones hasta convertirlas en las más espectaculares del mundo.

Hoy volverán esos niños a sus estudios, a sus juegos ¡y hasta sus peleas!; ¿pero quién les quita el gusto y el regusto de las horas vividas ayer, durante las cuales fueron actores de una escena cuyo recuerdo quedará grabado para siempre en su retentiva? Y más que nada, que esa escena era procesionil, y en ella se cumplía el divino mandato del dulce Rabi de Galilea; <¡ Dejad que los niños se acerquen a Mí>, porque Dios no veía en ellos el atuendo militar y sus almitas revoloteando como aves, enjauladas, si, pero embriagadas de sol, de alegría, de ilusión... ¡la bendita ilusión!- ESTEBAN SATORRES

Tercio de Caballeros Cadetes 1949