Buscar este blog

martes, 19 de marzo de 2013

Reconozcamos Nuestro Patrimonio Inmaterial.

Texto de Antonio Manuel Martínez Soto publicado en la Revista "Haz de Lictores" 2013, el cual y con la perfecta autorización, traslado a mi blog por el gran interés cultural y de investigación realizado por este Cartagenero, Procesionista y Lincenciado en Historia del Arte.
Reconozcamos Nuestro Patrimonio Inmaterial
Al igual que ocurre en la sociedad las cofradías muestran en nuestros días una creciente preocupación por el conocimiento del rico patrimonio cultural heredado, conscientes de la responsabilidad que representa ser depositarias  de un legado que trasciende la titularidad propia vienen acometiendo diversas intervenciones guiadas cada vez más por el rigor metodológico y la voluntad de conservación y difusión. Hasta el momento dichas intervenciones se han desarrollado tanto en la imaginería como en los bordados y los bienes inmuebles, contando para las mismas con profesionales acreditados en la gestión del patrimonio, la conservación y la restauración de bienes culturales[1]. Experiencias como las de la pasada “noche de los museos” que en su cuarta edición incorporaba como espacio museístico la Capilla de la Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno (Marrajos) por la que pasaron unas 8000 personas para contemplar la exposición “Gubias para la pasión”[2]; o la muestra que tuvo lugar organizada por la propia Cofradía Marraja en los almacenes de vestuario y tronos, y en la misma Capilla, entre el Sábado 12 y el domingo 13 de noviembre de 2011, donde la Comisión de Iglesia explicó a los visitantes la compleja organización y las delicadas condiciones de conservación de los vestuarios de penitentes, las túnicas y las capas de las imágenes, los sudarios y demás ornamentos de procesión, los tronos…[3]así lo ponen de manifiesto.
Afortunadamente parecen quedar ya lejos los tiempos en que se recurría a un artista fallero o a un imaginero de moda para acometer la restauración de una talla procesional cartagenera[4] y un episodio tan absurdo como el acaecido en Borja parece improbable hoy en nuestras cofradías, comprometidas hasta tal punto con este asunto que incluso han aceptado la llamada “Carta del Patrimonio de Semana Santa” en las pasadas V Jornadas de Restauración y Conservación que organizó la Cofradía Penitencial y Sacramental de la Sagrada Cena de Valladolid acordando sentar unas bases generales sobre el patrimonio relacionado con ellas, con el firme objetivo de ahondar en su conservación y transmitirlo a generaciones futuras[5]. Hay que pensar que durante mucho tiempo faltó esa cultura de la conservación entre los cofrades, ni tan siquiera se consideraba preciso contactar con personal titulado en conservación y restauración, dándose casos inauditos como el deterioro singular que presentaba en 1991 el Nazareno de Capuz como consecuencia de la decisión de renovar el sistema de sujeción de la imagen; éste, además de conferir a la misma un aspecto grotesco cuando se desvestía, añadía alrededor de 80 kilos de peso que lastraban la escultura original cuando era elevada sobre el trono procesional o el retablo, repercutiendo negativamente con desencoladuras y agrietamientos sobre el torso de Capuz y sobre la propia ménsula del camarín central[6]. Tal y como se puede deducir de las manifestaciones de la Restauradora Macarena Poblaciones Magro en el reportaje publicado con motivo de la restauración del grupo de la Resurrección de Federico Collaut Valera la falta de un mantenimiento y una conservación preventiva ha provocado que muchas tallas que podemos considerar relativamente recientes con poco más de cincuenta años hayan sido sometidas a unas lamentables condiciones[7]. Desgraciadamente el desconocimiento de muchos, así como el atrevimiento de otros, han provocado verdaderos atentados contra el patrimonio en toda España con el empleo de limpiezas agresivas, aplicación de productos inadecuados (caseros, de droguería, cosméticos) y otras medidas que han sido tenidas como recetas universales[8]siendo aplicadas sin criterio alguno. Hoy la tendencia general parece haber cambiado, como decimos, y es posible advertir actitudes muy positivas tal y como se tuvo ocasión de comprobar, por ejemplo, entre los hermanos que tuvieron la satisfacción de trasladar la imagen de la Soledad de los Pobres durante la celebración de la Santa Misa en la Lonja de Santa Lucía; los consejos e indicaciones que en pos de una mejor conservación transmiten los profesionales parecen ir calando entre los cofrades que utilizaron guantes evitando así la acumulación de polvo que se fija en la policromía por el simple contacto de las manos[9]
A pesar de todo es necesario seguir perseverando, tomar conciencia de la vulnerabilidad de ese otro patrimonio asociado a nuestras procesiones, ese patrimonio inmaterial, intangible, profundamente enraizado en las vivencias de todos y cada uno de los procesionistas. Ese patrimonio, sumamente diverso, constituido por elementos tan importantes para nosotros como el orden, la luz, la flor, la música, que transmite en sólo unas notas gran parte de la personalidad de agrupaciones y cofradías[10], las “evoluciones” de nuestros tercios de granaderos y “judíos”, o un determinado léxico sólo comprensible en el entorno cultural de nuestra ciudad[11]; por su propia naturaleza no se puede proteger de la misma forma que lo hacemos con los bienes materiales, es un patrimonio vivo y dinámico que se ha ido conformando en el curso del tiempo, no podemos fosilizarlo, pero  a menudo está sometido a influencias externas y contradicciones[12]. La preocupación hacia el patrimonio cultural por parte de nuestras cofradías tendría que contemplar también la naturaleza y especificidad propia de estos otros elementos procediendo a su identificación, a su valorización, y revitalización.
De entre todos ellos el orden, la armonización de la belleza[13], la forma de desfilar, la disciplina, la inmovilidad durante las paradas, el movimiento al unísono, es lo que hace nuestras procesiones no ya singulares, sino irrepetibles, pues parece imposible exportar nuestro modelo de desfile[14]. ¿Curva en arco o picando? ¿Paso largo o corto? ¿Hachote acompañando al pie izquierdo o al  pie derecho? ¿Varas delante o detrás del tercio…? El simple hecho de plantear estas cuestiones puede dejar boquiabierto al cofrade de fuera y, sin embargo, son el pan nuestro de cada día de los procesionistas cartageneros. Sin embargo, y aunque para algunas agrupaciones el desfile del tercio continua siendo algo absolutamente fundamental, otras tienen unas prioridades distintas[15], Publicaciones como la célebre “Guía del Penitente Cartagenero”[16] fruto de la experiencia de quien fuera gran sanjuanista marrajo, Juan Pérez Campos, o iniciativas como la llevada a cabo por la agrupación marraja de La Agonía a través de la organización de sus “Jornadas Técnicas”[17] constituyen una gran aportación en pos de la conservación de una parte tan significativa de nuestro patrimonio inmaterial al tiempo que evidencian como el cuidado de los aspectos que podríamos denominar materiales: imágenes, tronos, vestuarios…no se ha visto acompañado de una apuesta por la mejora de una de las facetas más importantes de nuestra Semana Santa y que quizás ha quedado descuidada con el paso de los años: EL DESFILE. En otros tiempos nadie hablaba de estas cuestiones porque nacían con el penitente y permanecían en él hasta su retirada del tercio, pero las cosas parecen haber cambiado.
También la música, las marchas de procesión, ya presentes en nuestros cortejos del siglo XIX, otro de los pilares fundamentales del desfile procesional, está a menudo necesitada de una mayor valoración pues sin duda constituye una parte importantísima de nuestro patrimonio. Los avatares del tiempo han ido haciendo olvidar notables composiciones, de gran calidad, valor histórico y significación. Pero en muchos casos, no ha sido sólo una cuestión de siglos, pues marchas de composición reciente no figuran adecuadamente en los archivos de las Cofradías, tan sólo en los de las agrupaciones, más sujetos a vicisitudes de todo tipo. Otras muchas quedan en archivos particulares o de las bandas, pasando poco a poco al ostracismo.  Es necesario un esfuerzo de las Cofradías y de las instituciones públicas para conformar un archivo histórico que permita no sólo conservar el patrimonio actual, sino recuperar gran parte del perdido. No es de recibo que no seamos capaces de realizar todos los esfuerzos necesarios para recuperar el que se conserva, máxime cuando, en el polo contrario, presenciamos en los últimos años la incorporación de marchas de dudosa calidad y nula adaptación a la peculiaridad de nuestro desfile. Recuperar ese patrimonio, ponerlo en valor, cuidar con exquisito mimo la interpretación de las marchas y el repertorio es una exigencia para unas Cofradías que presumen, justamente, de poner en la calle las mejores procesiones[18].
Y como no recordar, en este sentido, la saeta, que siempre gozó de gran tradición en nuestros cortejos y que ha venido languideciendo probablemente como consecuencia de la desaparición del entorno popular que bullía y daba vida a nuestro centro histórico que en otros tiempos fuese escenario en el que florecieron las más excelsas voces del cante jondo, voces como las de Conchita la Peñaranda, Chilares, Paco el Herrero o El Rojo el Alpargatero[19]. Afortunadamente iniciativas como las que tuvieron lugar el pasado año 2012 organizadas por la Junta de Cofradías, la comisión para la divulgación de la saeta y los responsables de la sala rociera Tomillo 15 parecen alumbrar esperanzas de recuperación[20].
Las “evoluciones” de nuestros tercios de granaderos y “judíos”-tercios que realizan un sacrificio encomiable y no suficientemente apreciado por el resto de procesionistas-suponen igualmente un patrimonio inmaterial incuestionable; los cruces, la peculiar forma de tomar las curvas o de volver los tercios sobre sí mismos al cambiar el sentido de una calle, la ejecución de figuras tan simbólicas como “el caracol”- con un significado espiritual que trasciende la intención de dinamizar y dotar de mayor espectacularidad al desfile o de representar simplemente un mero divertimento típico de estos días[21]y propio de los pasacalles-o la cruz, que desarrollan los componentes de la escuadra de líctores, son también elementos dignos de ser preservados que no deben depender de la voluntad o la ocurrencia de ningún particular, antes bien cualquier cambio o modificación en los mismos debiera estar sometida al preceptivo informe de la Junta de Arte de la cofradía.  Recordamos en este sentido las modificaciones en el paso de los “judíos” californios que tuvieron lugar allá por los años 1993 y 1994[22], modificaciones que fueron fruto de la influencia de otras fiestas de la ciudad que nada tienen que ver con la tradición de nuestra Semana Santa y que afortunadamente fueron corregidas; o los cruces suprimidos por los granaderos marrajos[23], quienes también modificaron el modo de portar el armamento “a la funerala” en la magna procesión del Santo Entierro. Como se decía líneas atrás el patrimonio inmaterial es un patrimonio vivo y dinámico, que en modo alguno puede ser fosilizado, pero insistimos cualquier transformación ha de ser consensuada y debe contar con el asesoramiento oportuno, debiendo imponerse siempre el sentido común.                                                                                    
Y para concluir con este somero repaso por algunos de los elementos inmateriales que constituyen las señas de identidad de nuestras procesiones, vamos a recordar la existencia-como decíamos líneas atrás-de un determinado léxico sólo comprensible en nuestro entorno cultural, y vamos a centrarnos en uno en particular que concierne de un modo muy especial a nuestra agrupación; nos estamos refiriendo, como no podía ser de otro modo, al tan manido asunto de la denominación con que se nos conoce: ¿Romanos o “Judíos”?. Desde estas líneas tan sólo quisiéramos contribuir a desterrar el desagrado que algunos componentes parecen sentir por ésta última que en los tiempos actuales se ve lastrada por un cierto carácter peyorativo[24] que a nuestro modo de ver no se ajusta a la realidad del que fue uno de los vocablos más populares de nuestra infancia. Más allá del equívoco entre el pueblo hebreo y los verdaderos ejecutores de la muerte de Jesús estimamos debemos recuperar el aprecio por un término que hoy es contemplado con cierto desdeño, tal y como se puso de manifiesto durante la celebración del pasacalles del pasado año cuando un destacado miembro de nuestro tercio pronunció unas palabras que entendidas en el contexto de una ancestral e “inocente” rivalidad nos hicieron reflexionar:”nosotros somos romanos, judíos son los marrajos”. Como afirmaba don Francisco Mínguez Lasheras en la edición de 2001 de esta revista “Haz de líctores”:
 “tengamos claro que a las cosas se las debe llamar por su nombre. Pan al pan y vino al vino. Y en Cartagena a la escuadra y tercio de los más singulares y antiguos figurantes de sus procesiones de Semana Santa” (…) se les debe llamar “Judíos. Nada más y nada menos[25].”
La imagen deicida de los judíos hunde sus raíces en el mundo del final de la Edad Media, determinados ciclos pasionísticos  otorgaban un marcado protagonismo a los judíos desde la misma escena del prendimiento con la que se inicia el relato de los acontecimientos de la Pasión, las referencias a los escarnios y tormentos que éstos inflingieron a Cristo a raíz de las sucesivas presentaciones ante Anás y Caifás están presentes en algunas obras del momento; para despejar posibles dudas los artistas, en ocasiones, optaban por hacer figurar sobre el escudo de alguno de los soldados la estrella de David, un recurso que figura en algunos retablos catalano-aragoneses, y valencianos[26], y que, incluso, si la memoria no nos falla, podemos apreciarlo en la figura armada que acompaña la escena del Arrepentimiento de San Pedro en la magna procesión del miércoles santo californio. Tal vez la confusión en que se ha visto inmersa la tradición cartagenera al identificar equivocadamente la imagen de los soldados romanos con la de los judíos pueda encontrar en este trasfondo cultural una explicación, no olvidemos que fue recurso habitual en las pasiones hispánicas limitar la negatividad de personajes como Pilatos-y por ende de los romanos-para magnificar a partir de ello la maldad de los judíos[27]. En algunos pueblos andaluces como Baena el papel que desempeñan las Turbas de Judíos es sumamente relevante particularmente en la escenificación de pasajes como el del prendimiento o en el llamado Sermón del Paso el Viérnes Santo[28]. En Luque la figura del judío se incorpora a la Semana Santa a mediados del siglo XVII portando alabardas, lanzas, picas, cordeles y disciplinas[29]. Confiemos en que nuestras procesiones sepan recuperar el prestigio y el carisma que una vez tuvieron sus “judíos”, o sus romanos-como cada cual quiera llamarlos-al compás de cuya música siempre correteó la chiquillería cartagenera.
Desde sus orígenes decimonónicos hasta la actualidad el concepto de Patrimonio ha experimentado signifi­cativas transformaciones, cambios que han sumergido a los bienes que lo integran en una metamorfosis conceptual que ha terminado por conformar una realidad alejada de la percepción que hasta mediados del siglo XX había caracterizado al Patrimonio.
Esta nueva realidad patrimonial, derivada de la consideración como Bienes Culturales de objetos o inmuebles antes desestimados exige una constante reflexión[30]. 
Recordando una vez más la diversidad y vulnerabilidad de este patrimonio cultural, y la necesidad de tomar conciencia al respecto, esperamos poder contar en algún momento con un inventario general para el patrimonio inmaterial de nuestras cofradías de modo similar al que hoy se lleva a cabo con el patrimonio mueble[31]. La participación y la colaboración de la ciudadanía[32], y de modo singular de los cofrades, resultará en este sentido fundamental.
Antonio Manuel Martínez Soto
Licenciado en Historia del Arte

[1] www.cofradíamarraja.es. J.F.M
[2] www.cofradíamarraja.es/muestraimaginería
[3] www.cartagena.es/agenda Sábado 12 Noviembre 2011
[4] Ortiz Martínez, Diego. “El sueño de Juan Jorquera: 25 años de presencia de la Soledad del Consuelo en el Vía Crucis del Cristo del Socorro”. Agrupación Santísima Virgen Soledad del Consuelo. Murcia. 2003. Págs.29-34
[5] www.valladolidcofrade.com
[6] Centro de Restauración. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia “Restauración de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Escultura de José Capuz, Titular de la Cofradía Marraja” en Ecos del Nazareno. Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cartagena, 2005.Págs. 31-32.
[7] Martínez Navarro, Salvador. “Restauración del Grupo de la Resurrección” en Al tercer día Resucitó. Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. Cartagena. 2001.
[8] http://restauradorantoniocustodio.blogspot.com.es/
[9] Martínez Navarro, Salvador. Op cit.
[10] www.tertulialavara.es
[11]   Fúster Martínez, Ana.”palabra por palabra”, en www.tertulialavara.es
[12] Plan Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial. Octubre 2011.
[13] www.tertulilavara.es
[14]  García Raymundo, José Carlos.” Una Semana Santa diferente “, en www.tertulialavara.es
[15] Maturana Cremades. Manuel. “Cuidando el desfile”, en www.tertulialavara.es
[16] Pérez Campos López, Juan; Pérez Campos Martínez, Sergio. “Guía del Penitente Cartagenero”. Junta de Cofradías de Semana Santa. Concejalía de Cultura, Ayuntamiento de Cartagena. Murcia, 1997,
[17] www.santaagonía.es./ jornadastécnicas.pdf
[18] Alcaraz Peragón, Agustín. “La deuda de nuestra Semana Santa el patrimonio musical perdido” en www.tertulialavara.es
[19] Ruipérez Vera, Juan. “Historia de los Cantes de Cartagena y La Unión. Cartagena, editorial Corbalán. 2005. Págs. 35-62
[20] “Recuperando la saeta”. Diario La Opinión, Lunes 12 de marzo de 2012   
[21]  A este respecto queremos destacar el excelente trabajo de: Mira Ortiz, Isabel. “Simbolismo de la danza de el caracol y de la caracola de los armaos de Semana Santa en Domingo de Resurrección”, en VV.AA. Actas II Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades. Murcia, 2007. Págs. 411-428.
Sin querer en absoluto equiparar el desarrollo de la figura del caracol por nuestros granaderos y “judíos” durante los típicos pasacalles con la danza que desarrollan los armaos ciézanos el Domingo de Resurrección, si que creemos en la existencia de un trasfondo cultural y religioso común, estamos convencidos de que, tal y como se refiere en dicho trabajo, detrás de estas manifestaciones se esconde un sentido más trascendente, símbolo de la Resurrección y del Renacer del Hombre.
[22] Comunicación oral de don  Silvestre Ruiz Borrero.
[23] Comunicación personal  don José Alberto López Truque.
[24] Diéguez González, Agustín “Los soldados romanos del Resucitado, historia de un largo camino recorrido” en VV.AA. La Lanzada. 1993. Págs. 77-82.
[25] Mínguez Lasheras, Francisco. “Romanos, No Gracias” en Haz de Líctores nº 2, abril de 2001. Cartagena. Agrupación de Soldados Romanos. Cofradía California.
[26] Rodríguez Barral, Paulino. “El recurso al judío deicida: un punto de encuentro entre el drama y las artes visuales en la Valencia de la Edad Media final”. Georgetown University, Washington DC.  documento pdf. 
[27] Op cit.
[28] www.semanasantabaena.com
[29] www.enluque.es/páginas/semana santa/judíos
[30] VV.AA. “El Patrimonio Inmaterial a debate” Revista Patrimonio Cultural de España. IPCE. 

Número 0. Ministerio de Educación, Cultura, y Deporte. Secretaría de Estado de Cultura (2009)

[31] Gil Reina, Rosa María. “El inventario general de bienes muebles de la Real e ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús en el paso del prendimiento y esperanza y santo celo en la salvación de las almas, cofradía California, Cartagena” en VV.AA XXI Jornadas de Patrimonio Cultural de la Región de Murcia. Págs. 121-128.
[32] El proyecto MEDINS, en www.patrimur.es 


 Bibliografía

Ortiz Martínez, Diego. “El sueño de Juan Jorquera: 25 años de presencia de la Soledad del Consuelo en el Vía Crucis del Cristo del Socorro”. Agrupación Santísima Virgen Soledad del Consuelo. Murcia. 2003.

Centro de Restauración. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia “Restauración de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Escultura de José Capuz, Titular de la Cofradía Marraja en Ecos del Nazareno. Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno. Cartagena, 2005.

Martínez Navarro, Salvador. “Restauración del Grupo de la Resurrecciónen Al tercer día Resucitó. Real e Ilustre Cofradía de Nuestro Padre Jesús Resucitado. Cartagena. 2001.

VV.AA. “El Patrimonio Inmaterial a debate” Revista Patrimonio Cultural de España. IPCE. Número 0. Ministerio de Educación, Cultura, y Deporte. Secretaría de Estado de Cultura (2009.

Fuster Martínez, Ana.”palabra por palabra”, en www.tertulialavara.es.

Plan Nacional de Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial. Octubre 2011.

García Raymundo, José Carlos.” Una Semana Santa diferente “, en www.tertulialavara.es

Maturana Cremades. Manuel. “Cuidando el desfile”, en www.tertulialavara.es

Pérez Campos López, Juan; Pérez Campos Martínez, Sergio. “Guía del Penitente Cartagenero”. Junta de Cofradías de Semana Santa. Concejalía de Cultura, Ayuntamiento de Cartagena. Murcia, 1997,

Alcaraz Peragón, Agustín. “La deuda de nuestra Semana Santa el patrimonio musical perdido” en www.tertulialavara.es

Ruipérez Vera, Juan. “Historia de los Cantes de Cartagena y La Unión. Cartagena, editorial Corbalán. 2005.

Recuperando la saeta”. Diario La Opinión, Lunes 12 de marzo de 2012.

Mira Ortiz, Isabel. “Simbolismo de la danza de el caracol y de la caracola de los armaos de Semana Santa en Domingo de Resurrección”, en VV.AA. Actas II Congreso Internacional de Cofradías y Hermandades. Murcia, 2007.

Diéguez González, Agustín “Los soldados romanos del Resucitado, historia de un largo camino recorrido” en VV.AA. La Lanzada. 1993.

Mínguez Lasheras, Francisco. “Romanos, No Gracias” en Haz de Líctores nº 2, abril de 2001. Cartagena. Agrupación de Soldados Romanos. Cofradía California.

Gil Reina, Rosa María. “El inventario general de bienes muebles de la Real e ilustre cofradía de Nuestro Padre Jesús en el paso del prendimiento y esperanza y santo celo en la salvación de las almas, cofradía California, Cartagena” en VV.AA XXI Jornadas de Patrimonio Cultural de 
 
Internet
Rodríguez Barral, Paulino. “El recurso al judío deicida: un punto de encuentro entre el drama y las artes visuales en la Valencia de la Edad Media final”. Georgetown University, Washington DC.  documento pdf.

No hay comentarios:

Publicar un comentario